Es posible que pensemos que la mejor opción para empezar a ahorrar es reunir primero una gran cantidad de dinero, pero nada más lejos de la realidad. Mientras la conseguimos, nuestro dinero no está generando nada.
Sin embargo, si contratamos un producto financiero de ahorro al que vamos sumando aportaciones de ahorro, nuestro dinero, por poco que sea, comienza a generar intereses desde el primer momento. Cierto, puede que al comienzo pensemos que nos es gran cosa, pero a medida que la cantidad vaya aumentando y sigamos aportando, la diferencia será más que notable.
Esto se produce gracias al conocido como interés compuesto. Pero… ¿qué es exactamente el interés compuesto? Os lo explicamos de un modo muy sencillo: los intereses del capital que vais reuniendo gracias a las aportaciones de ahorro se reinvierten a final de año, y así sucesivamente, por lo que el capital que vamos generando genera a su vez más dinero para nosotros.
Ante una cuestión así hay una respuesta muy clara y muy rotunda aunque, si nos dejáis, os la matizaremos un poco en las próximas líneas: debemos empezar cuanto antes. Y cuanto más, mejor.
Las aportaciones de ahorro hay que verlas como el dinero que metemos en una hucha, solo que con más ventajas, puesto que al sacarlo nos encontramos más dinero aún. Si queremos llenar la hucha, cuanto antes empecemos, aunque vayamos metiendo poco, antes terminaremos. Pero no solo se trata de llenar la hucha, sino de obtener la máxima rentabilidad posible de ella.
Si una persona empieza a llenar la suya con aportaciones de ahorro de 30€ al mes y otra comienza a los 58 con mucho más, es posible que en el momento de jubilarse ambos tengan más o menos la misma cantidad de capital aportado. Sin embargo, los intereses que haya conseguido el primer sujeto serán mucho más altos que los del segundo.
